Como cada 8 de marzo (8M), conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, en un año en el que la situación sanitaria por la COVID-19 marca la agenda y en la que se han prohibido manifestaciones y actos públicos en algunas ciudades.
Desde Provivienda, entidad feminista y en su mayor parte formada por mujeres, queremos recordar que ser mujer sigue siendo un factor clave de exclusión hoy en día, y que la discriminación que sufre este colectivo no sólo no ha mejorado sino que se ha visto agravada por la situación de crisis a raíz de la pandemia.
Así lo expone la red EAPN, de la que Provivienda forma parte, en su manifiesto #8MContraLaPobreza.
El impacto de la COVID-19 en las mujeres
Tal y como se expone en el manifiesto, este contexto de crisis “está evidenciando la fragilidad de los derechos alcanzados por las mujeres y la desigualdad que ya existía”.
Además, las mujeres presentan un mayor riesgo de contraer el virus debido a que se ocupan, en una amplia mayoría, de realizar los trabajos con más exposición: como la atención de cara al público, el personal sanitario y los cuidados a domicilio.
Los cuidados “se encuentran principalmente en manos de las mujeres y están invisibilizados, precarizados e infravalorados”, un aspecto esencial de nuestro sistema y que la situación actual ha revelado como extremadamente vulnerable.
La pobreza está feminizada
Según los últimos datos recopilados por la red EAPN en su informe #EstadoDePobreza 2020, sólo en el estado español 6,2 millones de mujeres viven en riesgo de pobreza y/o exclusión social.
La discriminación de género que rige las condiciones del mercado de trabajo es uno de los factores que más afectan a la pobreza: las tasas de actividad, de paro y de trabajo a tiempo parcial han sido siempre muy superiores entre las mujeres que entre los hombres, y los últimos datos muestran que esta brecha es incluso mayor.
En el mes de febrero, el desempleo femenino aumentó hasta más del doble que el de los hombres hasta alcanzar un total de 2.304.779, según los datos divulgados el pasado 2 de marzo por los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social.
Vivienda y exclusión residencial, una cuestión de género
Una vivienda es un espacio en el que sentirse a salvo. Desde Provivienda también recordamos, hoy 8M, que es urgente reforzar y ampliar el parque público de vivienda para que todas las mujeres dispongan de una vivienda segura, digna y adecuada. Este hecho cobra especial importancia en el caso de las mujeres víctimas de violencia machista.
Las mujeres migrantes se enfrentan a una doble discriminación en el acceso a la vivienda. La ausencia de protección desemboca en procesos de exclusión residencial, que se recrudecen en las madres migrantes solas con menores a su cargo.
En el caso de las mujeres que se encuentran sin hogar, ellas sufren de una manera profunda las duras condiciones en las que se encuentran las personas en situación de sinhogarismo y están expuestas a mayor violencia: mientras que el 1,5% de los hombres han sufrido algún tipo de agresión sexual, en el caso de las mujeres sin hogar, lo han sufrido el 24,2%.
Además, un 26% de las mujeres sin hogar se ven abocadas a esta situación por haber sufrido violencia machista, según reflejamos en el informe ‘Cuando la Casa Nos enferma 2. Impactos en el bienestar social y emocional’.
La Encuesta de Bienestar psicológico y exclusión residencial que se publica en dicho informe (Provivienda, 2019), ponía también de manifiesto que las malas condiciones de la vivienda se concentran entre las mujeres en situación de exclusión social.
Entre las personas que no cuentan con ascensor en su edificio son mayoritariamente mujeres, más de 6 de cada 10, frente al 36,1% de los hombres, 30 puntos por encima. El 2,1% de las mujeres encuestadas ha llegado a quedarse sin suministros energéticos (agua, luz, gas) por problemas económicos frente al 1,6% de los hombres, en línea también con los datos de pobreza energética de la ECV del INE. En último lugar, el 12,3% de las mujeres en situación de exclusión ha tenido alguna plaga en su hogar frente al 8,9% de los hombres.
Por su parte, Foessa (encuesta 2018) muestra que teniendo en cuenta que más de 8 de cada 10 hogares monoparentales están encabezados por mujeres, en torno al 30% del total de hogares monoparentales tienen gastos excesivos de vivienda y un 25% no dispone de dinero suficiente para hacer frente a sus costes. Además, el 40% tiene dificultades para afrontar los gastos en cuestiones energéticas de la vivienda y más del 8% ha sufrido algún tipo de amenaza o riesgo de expulsión de su vivienda.
Como cada 8 de marzo (8M), conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, en un año en el que la situación sanitaria por la COVID-19 marca la agenda y en la que se han prohibido manifestaciones y actos públicos en algunas ciudades.
Desde Provivienda, entidad feminista y en su mayor parte formada por mujeres, queremos recordar que ser mujer sigue siendo un factor clave de exclusión hoy en día, y que la discriminación que sufre este colectivo no sólo no ha mejorado sino que se ha visto agravada por la situación de crisis a raíz de la pandemia.
Así lo expone la red EAPN, de la que Provivienda forma parte, en su manifiesto #8MContraLaPobreza.
El impacto de la COVID-19 en las mujeres
Tal y como se expone en el manifiesto, este contexto de crisis “está evidenciando la fragilidad de los derechos alcanzados por las mujeres y la desigualdad que ya existía”.
Además, las mujeres presentan un mayor riesgo de contraer el virus debido a que se ocupan, en una amplia mayoría, de realizar los trabajos con más exposición: como la atención de cara al público, el personal sanitario y los cuidados a domicilio.
Los cuidados “se encuentran principalmente en manos de las mujeres y están invisibilizados, precarizados e infravalorados”, un aspecto esencial de nuestro sistema y que la situación actual ha revelado como extremadamente vulnerable.
La pobreza está feminizada
Según los últimos datos recopilados por la red EAPN en su informe #EstadoDePobreza 2020, sólo en el estado español 6,2 millones de mujeres viven en riesgo de pobreza y/o exclusión social.
La discriminación de género que rige las condiciones del mercado de trabajo es uno de los factores que más afectan a la pobreza: las tasas de actividad, de paro y de trabajo a tiempo parcial han sido siempre muy superiores entre las mujeres que entre los hombres, y los últimos datos muestran que esta brecha es incluso mayor.
En el mes de febrero, el desempleo femenino aumentó hasta más del doble que el de los hombres hasta alcanzar un total de 2.304.779, según los datos divulgados el pasado 2 de marzo por los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social.
Vivienda y exclusión residencial, una cuestión de género
Una vivienda es un espacio en el que sentirse a salvo. Desde Provivienda también recordamos, hoy 8M, que es urgente reforzar y ampliar el parque público de vivienda para que todas las mujeres dispongan de una vivienda segura, digna y adecuada. Este hecho cobra especial importancia en el caso de las mujeres víctimas de violencia machista.
Las mujeres migrantes se enfrentan a una doble discriminación en el acceso a la vivienda. La ausencia de protección desemboca en procesos de exclusión residencial, que se recrudecen en las madres migrantes solas con menores a su cargo.
En el caso de las mujeres que se encuentran sin hogar, ellas sufren de una manera profunda las duras condiciones en las que se encuentran las personas en situación de sinhogarismo y están expuestas a mayor violencia: mientras que el 1,5% de los hombres han sufrido algún tipo de agresión sexual, en el caso de las mujeres sin hogar, lo han sufrido el 24,2%.
Además, un 26% de las mujeres sin hogar se ven abocadas a esta situación por haber sufrido violencia machista, según reflejamos en el informe ‘Cuando la Casa Nos enferma 2. Impactos en el bienestar social y emocional’.
La Encuesta de Bienestar psicológico y exclusión residencial que se publica en dicho informe (Provivienda, 2019), ponía también de manifiesto que las malas condiciones de la vivienda se concentran entre las mujeres en situación de exclusión social.
Entre las personas que no cuentan con ascensor en su edificio son mayoritariamente mujeres, más de 6 de cada 10, frente al 36,1% de los hombres, 30 puntos por encima. El 2,1% de las mujeres encuestadas ha llegado a quedarse sin suministros energéticos (agua, luz, gas) por problemas económicos frente al 1,6% de los hombres, en línea también con los datos de pobreza energética de la ECV del INE. En último lugar, el 12,3% de las mujeres en situación de exclusión ha tenido alguna plaga en su hogar frente al 8,9% de los hombres.
Por su parte, Foessa (encuesta 2018) muestra que teniendo en cuenta que más de 8 de cada 10 hogares monoparentales están encabezados por mujeres, en torno al 30% del total de hogares monoparentales tienen gastos excesivos de vivienda y un 25% no dispone de dinero suficiente para hacer frente a sus costes. Además, el 40% tiene dificultades para afrontar los gastos en cuestiones energéticas de la vivienda y más del 8% ha sufrido algún tipo de amenaza o riesgo de expulsión de su vivienda.
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